¿Conflicto entre generaciones?

Universidad negativa | 18:35 | 0 comentarios


Por Emile Copfermann
Problemes de la Jeunesse, Petit Collection. Editorial Francois Maspero, 1967.
Digitalizado de la Revista Revolución y Cultura. Agosto 1968, Cuba.
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La ruptura de los jóvenes con los valores sociales corrientemente admitidos, por la importancia que le dan diferentes enfoques, es un fenómeno mundial. En la sociedad internacional de la rebelión, se confunden los provos holandeses, y los mods, los rockers ingleses, los beatniks americanos o franceses, los hooligans polacos y los stiliaks soviéticos. Esta amalgama, enriquecida aún más por el ejemplo más reciente de los guardias rojos, rebeldes revolucionarios de la China comunista, que se confunde con el de los estudiantes españoles en lucha contra su sindicato estatal, no se mantiene unida más que gracias a transformaciones sucesivas. Se sobreentiende que la palabra revuelta se convierte en sinónimo de adolescencia; la madurez implica el reconocimiento de una especie de situación de hecho, política y social. Resumo: Se trataría de un conflicto de generaciones; nada menos que la rebelión de la juventud contra la mediocridad del confort y del conformismo de los adultos, fenómeno ligado al desarrollo industrial.
Si descartamos la instancia de los hechos que permiten se les confunda en una dudosa universalidad, sigue sin embargo siendo el "conflicto de generaciones". En este libro lo abordaré varias veces: a partir de ejemplos históricos; por ejemplo, la realización del mito de la rebelión de la juventud, el movimiento de los jóvenes Wandervogel; a partir de un examen del sentido de la intervención pedagógica (¿Cuál es el objetivo de la educación? ¿La satisfacción de las necesidades del niño tal cual es o su preparación para cuando sea adulto?). En realidad, un estudio de los problemas de la juventud no podría excluir su aspecto político y sociológico y limitarse a los epifenómenos. Porque no importa cuán significativa sea; es así como aparece la revuelta, un epifenómeno. En cuanto a los conflictos generacionales... Sófocles en Antígona, Shakespeare en Hamlet, Schiller en Don Carlos o en Los Bandidos y Racine .en Fedra ya le han dado, con contenidos diferentes, una resonancia que permite afirmar su presencia constante en las sociedades en transformación.

EL JOVEN Y LA FAMILIA

Lo que deseo subrayar antes que nada es la óptica moralizante de la explicación corriente que habla de la disminución del papel tradicional adjudicado a la familia.
Los jóvenes se identificarían con sus padres y la educación familiar no sería otra cosa que la reproducción, en su conveniencia, de modelos ya realizados en los adultos. La disminución del papel de la familia sería la consecuencia de un desarrollo inhumano de sociedades de alto nivel industrial. Claro está, es apenas posible lograr el regreso al ideal pedagógico de la familia de los siglos XVI y XVII, pero se nos sugiere volver a encontrar una unidad perdida entre la moral ideal y la moral vivida, sin precisar de qué medio social se trata, en qué condiciones, con cuáles fines.
Una teoría (1) vincula la evolución demográfica y los caracteres sociales y establece correspondencia entre los estadios demográficos de las sociedades y la evolución de los sectores económicos (según Colín Clark: primario, secundado, terciario). Además de tomar el efecto por la causa, partiendo de la demografía para explicar la economía, esta doctrina ignora todo determinismo político. Según esta hipótesis, la sociedad industrializada pasaría de una fase en que los individuos están "introdeterminados" a otra durante la cual ellos se convierten en "extrodeterminados" (extrodeterminación: "proceso de reducción a la impersonalidad y de difusión en gran escala de estilos personales que crean los individuos y los grupos"), y en Europa actualmente estaríamos en esta segunda fase, la de la "impersonalización" durante la cual se ejerce la influencia de los medios masivos de comunicación y de los grupos "constituidos" (clases sociales, grupos de edad. que el autor denomina pares sociométricos). De este modo la vida privada se encuentra directamente violada por la irrupción de una influencia que contrabalancea la de la familia.
La modificación más importante del antiguo equilibrio me parece que es la transformación del status de la mujer. Si antiguamente la mujer, en tanto que madre, se refugia en los trabajos domésticos y asegura la tarea de educación, su entrada en el ciclo de la producción pone en discusión la repartición de las tareas. La existencia de la familia, según su definición patriarcal, disminuye en los medios sociales en que las necesidades vitales imponen el trabajo asalariado de la pareja de padres,
El niño no disocia los aspectos materiales y afectivos de la familia. Los padres crían a, su retoño porque lo aman, y pagarles a su vez es amarlos. El adolescente distingue estos objetivos: piensa que para afirmar su independencia tiene que asumir su responsabilidad material. ¿Puede hacerlo? Con menos frecuencia de lo que quisiera. Los lazos afectivos se han relajado en el momento de la adolescencia. las amistades externas tíenden a suplantarlos. Por esto, la ruptura podría producirse; pero, la organización de la vida diaria, la independencia económica, actúan como freno.
Evidentemente, la aspiración del adolescente a la autonomía no es una característica del siglo XX. Freud desarrolla una hipótesis sobre los orígenes de la civilización según la cual el padre instituye su dominio sobre la horda primitiva y monopoliza a las mujeres, contra lo cual los hijos se rebelan matando al padre para instituir la primera sociedad humana, La partida del hijo es también un tema bíblico. La mitología e nutre de él: la partida es también el 'reconocimiento de la madurez en numerosos cuentos populares.
Puede ser que el hijo sueñe con comerse al padre para adquirir su fuerza. Felizmente en la realidad lo mata menos frecuentemente, contentándose con huir, cuando puede, de su protección exclusiva. Prosaicamente, su partida tropieza contra ciertas imposibilidades relacionadas con ~a manera en que la familia entiende su papel. En el momento en que el joven reivindica la responsabilidad de fijar su futuro, contempla enfrentar las consecuencias materiales de su futuro, Pero si anteriormente nada lo ha preparado para ello, la autonomía aparece improbable. La educación familiar parece, pues, frecuente y contradictoriamente una preparación para la independencia del joven y su negación. En estos casos, la actitud de la familia encuentra una base en su propia existencia como núcleo privilegiado: su finalidad es su sostén cueste lo que cueste. Prolongando el tiempo de la infancia -pero una infancia vertida hacia sí misma, que no se desarrolla y que continúa la sujeción al adulto- en que el horizonte está cercado por un afecto devorador se confirma la importancia del papel de los tutores.
La educación familiar puede contemplarse como una etapa. Entonces el niño sufre menos por las restricciones de influencias que se desprenden de una situación impuesta por la vida moderna, porque los padres consideran que lo esencial reside en un intercambio constante con el medio humano y social y no en rechazarlo. En cuanto a esto, se trata de armar al joven de tal manera que pueda dominar su situación. En este caso, los padres contemplan a la familia como medio educativo destinado a desvanecerse en la misma medida en que el joven adquiera nociones de responsabilidad. Dividido entre su trabajo, los estudios que absorben una parte importante de su tiempo, la organización de su tiempo libre una vez cumplidas las tareas materiales cotidianas, él le concederá mucha importancia en la medida en que la familia lo ayudará a superar sus propia inquietudes, en la medida en que le permitirá dominar sus conflictos, evitarlos.
Esta capacidad de ayudar al joven a adquirir su autonomía, no se mide por el tiempo que la familia le consagra. Cierta forma de educación acapara literalmente a los vástagos, ejerce sobre ellos una influencia envolvente que no enfrenta ninguna competencia. Ella los encierra en un mundo aséptico, regulado por la economía doméstica, donde todos los conflictos son internos y dependen de la autoridad paterna. Pero es el valor de aplicación de las experiencias familiares, su confrontación con el medio humano, social, por tanto el método que ellas implican, lo que verificará su eficacia. Es posible, por tanto, concebir así, a la inversa, una educación familiar que multiplique las ocasiones de experiencias externas a ella para los jóvenes, favoreciendo los intercambios y que sin embargo sea muy eficaz.
El valor de aplicación de una educación semejante se desprende también de la distancia que ésta toma de las reglas morales corrientes. Sin recordar el "manual de saber vivir" es evidente que una imagen de la joven y del joven tipos refleja necesariamente modelos sociales que poseen sus características propias. Pero estos modelos ideales existen para definir criterios, para proyectar también una imagen de lo que la clase social dominante quiere mostrar de sí misma, y no para que ella se conforme a esa imagen sino para que las clases dominadas lo hagan.
¿Para qué adoptar un sistema si éste se encuentra constantemente impugnado, tanto por los padres en su vida diaria como por todos aquellos con quienes los jóvenes están en contacto? En la práctica, las reglas están perfiladas: la sociedad impone una política de la actitud social que ella propone como modelo y al mismo tiempo favorece por la naturaleza del aparato de producción sus infracciones, desde el momento que éstos se desarrollan dentro del marco de las instituciones.
Por ejemplo, la industria de entretenimiento crea jóvenes estrellas sin que éstas hayan tenido que valerse de una formación, de un adiestramiento particular. Aun más, ellas no tienen que justificar sus estudios. El azar, las circunstancias, forman las bases esenciales de su éxito y dan la espalda a la organización social clásica. Los orientadores profesionales tendrían dificultad en definir sus verdaderas aptitudes, siguiendo las normas habituales. Convertido en valor mercantil y después en valor social, su éxito también se convierte en una moral. Esta perversión de las normas fijadas por ella sabemos, en todo caso, que se inscribe en la naturaleza de la sociedad establecida.
La moral familiar dualista del bien y del mal, desmoronada porque siempre está en retirada frente a la práctica corriente, conservaría un poder en la medida en que lograra criticar a esta última. Pero esto supondría que los padres aceptaran correr el riesgo de ver negar a la familia su influencia totalitaria.

LA ADOLESCENCIA

Biológicamente, la adolescencia es el período comprendido entre la pubertad y la edad viril. Ella no es ya la infancia ni tampoco la edad adulta. Esta tierra de nadie expresa bien la contradicción que tienen los adolescentes: prolongar la infancia, rechazando la edad adulta; acortarla para reivindicar la madurez; permanecer bajo la tutela adulta; huir de ella.
El reconocimiento de la madurez sobreviene a edades diferentes según el status del grupo social al que pertenece el joven. Su duración es variable. El paso de la infancia a la madurez era rápido en las sociedades arcaicas y sigue siéndolo en ciertas poblaciones primitivas. En Costumbres y sexualidad en Oceanía, Margaret Mead cuenta que los jóvenes púberes eran aislados del pueblo durante algunas semanas hasta que una ceremonia de iniciación, que a veces llegaba a la circuncisión, consagraba sus deberes y derechos en la vida con los adultos. La toga viril romana concede ventajas comparables sin estar acompañada de iniciación, pero al igual que en el occidente cristiano, donde el adolescente privilegiado se beneficia de una educación particularizada, este estado intermedio es concedido sólo a los descendientes de capas sociales privilegiadas. Los demás trabajan desde la infancia; así es en las sociedades burguesas desde los comienzos de la industrialización. Las luchas obreras del final del siglo XIX, la necesidad para la industria de disponer de una mano de obra de formación técnica mínima, imponen la instrucción pública obligatoria hasta los 14 años. El tiempo comprendido entre el final de la educación y los comienzos de la vida profesional define la adolescencia. El adolescente deja así de ser considerado como niño: sin embargo aún no posee status de adulto y el tiempo que transcurre de un status a otro es variable. Depende de elementos múltiples, principalmente de la duración del adiestramiento. Pero esta duración está relacionada con las esperanzas puestas en· el ejercicio de la vida profesional. En otras palabras, mientras más alejado sea el plazo de vencimiento, más larga será la adolescencia, mayor el lugar concedido a la formación general "desinteresada" del joven, valorizando así su afirmación del yo. Por el contrario, su aprendizaje aparecerá más directamente utilitario y por tanto, más corto: más corta será la duración de la adolescencia tiempo de la incertidumbre. Hasta tal punto que parecé permisible decir que la crisis de adolescencia - a diferencia de lo que el Sr. Debesse llama "la crisis de originalidad juvenil" no concierne más que a jóvenes de capas sociales particulares, acomodadas, para las cuales la duración de la adolescencia es más larga.
Los etnógrafos han asestado un fuerte golpe a la concepción tradicional de la adolescencia-pubertad conflictiva, período particular de crisis de individualidad, mostrando la relación que mantiene con el tipo de civilización. Malinovski y Margaret Mead sugieren que pueden concebirse sociedades sin crisis de adolescencia, dependiendo esto de las condiciones en las cuales se opera el paso de una edad a otra. Pero de esta crítica nace una tentación a oponer tipos de cultura. Otra tendencia de la sicología va a mostrar las diferencias existentes dentro de cada cultura, a veces tan profundas como las existentes entre una cultura y otra. La sicología comparada va a mostrar les diferencias entre realidades distintas, la sicología diferencial entre situaciones aparentemente semejantes. Gracias a esto; poco a poco, son evidentes los rostros de la adolescencia. La noción del "desplazamiento secular del crecimiento" muestra, por ejemplo, que la precocidad es más frecuente entre los púberes producto de medios sociales culturales elevados.(2) La elevación del nivel de vida tiene consecuencias sobre la edad de la maduración sexual. Pero la fragmentación actual, en torno a ejes que separan el crecimiento físico, el crecimiento social y el aprendizaje; termina por borrar elementos tan determinantes para un estudio serio de la adolescencia como las relaciones con la familia, con la escuela. Se estudia al joven tal cual es en el mundo en que vive en el momento de la investigación.

LA FAMILIA COMO CÉLULA DE LA SOCIEDAD

Según la concepción materialista de la historia, los elementos determinantes son la reproducción de seres humanos y la producción de medios de subsistencia. La existencia determina la conciencia, no sólo la existencia natural, la naturaleza, sino la existencia social. El hombre es el producto de la naturaleza y del conjunto de relaciones sociales que él mismo ha creado, según Marx. De este modo no depende de la moral que la familia se haga o se deshaga. "La familia no puede ser tratada como tal. Los burgueses dan a la familia el carácter de familia burguesa en la que los elementos que unen a sus miembros son el aburrimiento y el dinero; a la familia burguesa corresponde la descomposición burguesa de la familia. Y sin embargo, la familia continúa existiendo. A su cenagosa existencia corresponde también su idea sagrada, en la fraseología oficial y en la hipocresía general. Allí donde la familia está realmente descompuesta, como lo vemos en los medios proletarios, la idea de la familia no existe en absoluto mientras que constatamos en ellos propensiones a la vida de familia que se desprenden de relaciones reales. En el siglo XVIII los filósofos destruyeron la idea de la familia. puesto que, en los grados superiores de la civilización, la familia verdadera comenzaba a desorganizarse, La unión interna de la familia estaba destruida, lo mismo que lo estaban los elementos separados que formaban la noción, a saber: la obediencia, la piedad, la fidelidad conyugal, etc. Pero el cuerpo real de la familia, las relaciones económicas, las particularidades, la cohabitación forzada, las relaciones creadas por el nacimiento de hijos, por la organización de pueblos modernos y por la acumulación de capital permanecieron porque la existencia de la familia se hizo inevitable debido a su ligazón con el modo de producción. Independientemente del buen parecer de la sociedad burguesa" (Marx). "Mientras menos desarrollado sea el trabajo, más restringida es la suma de sus productos y por consiguiente, la riqueza de la sociedad", escribe Federico Engels, (3) "... y más predominante es el imperio ejercido sobre el orden social por los lazos de sangre”. Esta noción de consanguinidad descansa sobre las reglas instauradas en las relaciones sexuales. Ciertas poblaciones asiáticas, a semejanza de lo que precedió al sistema patriarcal monogámico, cuentan la descendencia por las mujeres y no por los hombres: la línea femenina, indiscutible, es la única legítima. En las tribus de Oceanía que visitó Margaret Mead, a pesar de la práctica de la poligamia y haciendo cálculos sutiles sobre el grado de parentesco, las mujeres compradas y alimentadas por el hombre le pertenecen, lo mismo que los hijos.
El paso del derecho matriarcal de la antigüedad al derecho patriarcal de la sociedad burguesa es tanto el paso de la poligamia a la monogamia como la creación de una unidad económica basada en la comunidad familiar y no ya en el grupo, el clan o la tribu. Se encuentra un esbozo de esto en la familia romana, donde el poder absoluto pertenece al padre; el matrimonio griego consiste en un deber tanto hacia el estado como hacia los dioses.
La procreación de niños dentro de la familia protege, claro está, los lazos de sangre, pero sobre todo los bienes por el derecho de los hijos a la herencia. Puede decirse que la idea de la familia está completamente fundida con la de propiedad -la familia no existe, no se realiza verdaderamente más que para las clases poseedoras, pero hemos visto que esta existencia era totalmente formal, y el matrimonio ideal, aparentemente la unión de una mujer y de un hombre sobre una base de igualdad, se convierte sobre todo en un contrato mercantil entre dos representantes de intereses.
¿Está destinada la familia a sobrevivir eternamente? La división del trabajo dentro del marco de la sociedad capitalista muestra ya un debilitamiento cierto. Diferentes etapas pedagógicas intervienen cada vez más: guarderías, escuelas, patronatos", colonias de vacaciones. La educación de los hijos ya no es exclusividad de los padres. Pero continúa existiendo lo esencial, los hijos siguen siendo propiedad de los padres. La sociedad socialista arremete contra esta noción:
"Cuando los padres dicen 'mi hijo' o 'mi hija', no dan a esta palabra solamente su sentido familiar, ella significa también el derecho de los padres de criar a sus hijos a su 'antojo".(4) A este derecho privado se oponen los deberes y los derechos de la sociedad socialista. El niño no sólo pertenece a sus padres, sino también a la sociedad gracias a la cual puede vivir. Y la sociedad posee un derecho primordial y fundamental a la educación de los niños."
La familia limita el espíritu de los niños y por otra parte nada indica que los padres sean los educadores que les harían falta: "de cada cien madres, solamente una o dos son capaces de ser educadoras".
Bujarin y Preobrazhenski deseaban la disminución del papel de la familia en su forma burguesa, disminución necesaria desde un punto de vista económico (las mujeres serian liberadas para la producción) y desde un punto de vista emancipador (ellas podrían dedicar su tiempo a su cultura individual); "ellas serían así exoneradas del embrutecimiento de las tareas domésticas y de la infinita cantidad de ocupaciones pueriles que entraña la educación familiar de los hijos."(6)
En la forma en que la conocemos, tres elementos delinean a la familia:
-la definición legal, que remite al código. civil: para ella, la familia es la cuna del estado, la fuente y la base de la "gran sociedad civil";
-la definición social; la familia es una sociedad restringida cuya finalidad es la procreación y después la educación de una generación nueva. El jefe de familia dispone de funciones esenciales. El padre es todopoderoso. El divorcio está prohibido, el derecho de primogenitura afirmado.
-la definición económica: la familia está constituida por un individuo y las personas a su cargo.
En Francia, la familia goza de un régimen legislativo e institucional autoritario y patriarcal. inspirado en el derecho romano. parcialmente renovado por el Código Napoleónico. Este régimen concede al padre todo derecho sobre el hijo "tanto en relación a la sociedad como en lo que se refiere al propio niño." Esta omnipotencia permite matices para el legislador burgués que ha intentado introducir una responsabilidad compartida de la madre en la vida familiar a medida que su papel económico se extendía. En la práctica, la familia parece ser sobre todo el grupo humano que vive en un mismo hogar. La ayuda del Estado ha ampliado la definición social: la familia se convierte en un grupo "constituido por un individuo y las personas a su cargo", es decir que los lazos de sangre desaparecen tras la unidad económica.
Tomando en cuenta el papel asumido por el distribuidor de fondos, el jefe de familia masculino deja de ser virtualmente indispensable a la familia y se ven hogares de donde el hombre estará excluido, desempeñando el Estado el papel de padre.
En una sociedad de propiedad privada sobre los medios de producción, el niño, como hemos visto, pertenece a sus progenitores. Esta idea de propiedad se admite tanto, que aún los reformadores de la pedagogía no conciben una educación que aceptara otra y no existen como pedagogos más que en la medida en que toda su acción converge, de uno u otro modo, a la de los padres. Ahora bien, el propósito esencial de la educación familiar se desprende del principio de la dependencia de los hijos, de su sujeción económica y de su reconocimiento afectuoso. Los hijos pertenecen a los padres. Son su continuación. Los expresan, los acaban, los completan. El encuentro entre la sociedad y la familia se produce pues a este nivel, en la medida en que la familia burguesa se edifica produciendo el estado burgués y en que éste perpetúe aquella.
"La sociedad organiza y garantiza la familia, la familia sustenta a la sociedad", muestra al concluir su curso el Profesor Jean Lacroix: "Por tanto, es necesario que exista algo del derecho vigente en la familia y algo del amor vigente en la sociedad",
La familia es la base de todo orden humano. Necesita de una armadura jurídica: "... Se ve fácilmente que todo lo que concierne a la propiedad familiar, al régimen de sucesión y en una palabra al contrato matrimonial -lo que hay de contractual, es decir, de jurídico- dependerá en su mayor parte del Estado, el cual trazará los marcos y los límites dentro de los cuales podrá ejercerse la libertad de los esposos". La sociedad se ata y se desata en la familia. Pero a condición de sujetar el colectivo a "una cierta forma de lo sagrado":
"No hay comunidad viable sin una especie de lazo naturalmente religioso". El lazo conyugal es, en sentido hegeliano, moralidad natural y religioso. Luego la familia mantiene con la sociedad civil relaciones estrechas de piedad patriótica. "El culto de la familia y el culto de la patria son una especie de religión natural que constituye la verdad, parcial y limitada, del paganismo".

LA FAMILIA COMO MORAL

El agente decisivo del orden moral y social es el Estado. El Estado inspira el comportamiento individual trasmitiendo el orden moral y social por el respeto de su ley, por la organización de la vida social, de la educación escolar, etc. Fruto de estas influencias, la familia reproduce en el joven estos valores en la medida en que ella ha sido reconocida apta para relevar al Estado.
La moral que concede la clase dominante a través de su aparato institucional no puede ser otra cosa que el medio de establecer su dominación. Por eso la familia tiene, ella también, misión de orden desde que ella existe, en tanto que familia, dentro de los límites que le son impartidos. Ella no sabría concebirse de modo diferente, ya que su dimensión social le esta fijada de antemano. La religión vendrá a dar una dimensión intemporal a un ordenamiento perfectamente humano. El orden celestial o, digamos, los valores espirituales mostrados como ejemplos, reflejarán la imagen de un orden terrestre que se sugiere como inmutable. A tal punto que pronto ya no se sabrá sí son los hombres los que han concebido las instituciones o son las instituciones las que han concebido a los hombres. Defensa de la propiedad privada, respeto de las leyes que la protegen, sumisión social, todo se mezcla estrechamente. Los gobiernos cambian. Las relaciones sociales permanecen absolutamente idénticas. El orden aparece como definido de una vez por todas y puesto que él ofrece, a pesar de todo, cierta cohesión -los individuos comen, las máquinas giran-, señala como contrapartida todo lo que amenazaría su tranquilidad. Es así como se entiende el desorden: un replanteo de los mecanismos fundamentales. Este puede ser el desorden de las ideas, de las costumbres, de los actos.
La familia actúa como reproductor del orden en tanto que existe como familia. Es decir, núcleo humano sumiso, "cuna del Estado, la fuente y la base de toda la sociedad civil": grupo ordenado y ordenador. Luego, ella se enfrenta a dos tipos de contradicción.
El joven que pertenece a una familia burguesa descubre que no son los valores mismos los que afirman la autoridad de la clase burguesa sino el papel de ésta. El rango social, según su importancia, tiene accesoriamente en cuenta estos valores.
El joven salido de la clase obrera o bien los acepta y acepta su condición de explotado percibiéndola como ley ineluctable o bien toma conciencia de lo que ella encubre y enjuicia a una· educación que quiere enmascararle lo esencial.
En los dos casos, los valores familiares tipo aparecen como un engaño, un artificio inútil o una mentira.
No hay duda de que los conflictos sociales, las guerras hayan precipitado aún más este hundimiento. El pretenso buen derecho, la justicia no logran ya enmascarar lo arbitrario. Las estructuras de las sociedades burguesas, causa de estos trastornos, no cambian mientras tanto. Ellas continúan destilando una moral idéntica como a su vez lo hacen todos los eslabones sociales.

LA FAMILIA COMO ORDEN: AUTORIDAD Y LIBERTAD

La desintegración de la familia abre la puerta a las influencias exteriores, específicamente a los medios masivos de información, y "a los educadores profesionales. Los medios de información tienden a nivelar los comportamientos. Los magazines, las llamadas revistas familiares, ofrecen sus consejos pedagógicos. Existen para ellos "casos" y soluciones tipo de valor universal y sus respuestas son igualadoras.
Al contrario, la influencia de los educadores profesionales es personalizada. Se ejerce de doble manera: a través de los niños que una vez fueron los adultos; en la educación que los educadores proporcionan en lo sucesivo a los hijos de estos adultos. Estas dos influencias pueden oponerse. En la familia se puede concebir igualmente una discordancia del comportamiento con respecto al niño, actuando uno de -los protagonistas como censor del niño, y el otro, como cómplice. Además de su aspecto económico, el matrimonio entre individuos salidos de un medio social idéntico acarreaba una identidad de comportamiento que podía desembocar en la unidad de los valores familiares. El roce social -muy relativo-, la dispersión profesional que implica la diversidad de las frecuentaciones introducían a veces la ruptura de las actitudes de los padres.
Esta ruptura puede sobrevenir igual· mente por una incomprensión del desarrollo del niño. Así, en las familias en las que durante la niñez se ejercía la vigilancia sin descanso sobre el niño, al que se juzga totalmente irresponsable, las relaciones se liberalizarán para el adolescente considerado como adulto. O, a veces, lo contrario: la joven, antes dueña de si misma deberá rendir en detalle cuenta regular de su empleo del tiempo.
Es raro que los padres vean, más allá de las transformaciones de la edad, al mismo niño que reacciona de manera similar. Sin tener conciencia, ellos dudan del valor de su educación; modificando su comportamiento.
Los métodos empleados pueden ordenarse en dos corrientes principales:
-de inspiración autoritaria,
-de inspiración liberal.

La educación autoritaria parte de la noción del adulto todopoderoso (generalmente el padre). Esa educación considera una especie de lucha en que se oponen los padres y los hijos, debiendo los segundos ceder necesariamente ante los primeros. La iniciativa personal, la autonomía de acción son objeto de sospecha. El adulto inculca los ideales familiares. religiosos, los ideales que él había hecho suyos anteriormente. No hay lugar para que él los vuelva a poner en duda, ni tampoco hay lugar para justificarlos.
Más allá del aspecto ideológico, las cosas son así; puesto que son así, aceptémoslas como son, se encuentra también, en este comportamiento, un rechazo de la infancia. Ella no existe más que en el devenir requerido por la sociedad. La infancia debe plegarse totalmente a la sociedad. El adulto-caporalista refleja la imagen de un orden social que reprime al individuo. El niño es más débil que el adulto; obedece. El más débil obedece al más fuerte. A su vez, cuando él poseyere una porción de poder, impondrá sus propias exigencias a los más débiles. Por otra parte, él no llegará a ser realmente adulto sino después de haber aceptado esta dominación. El método es realista. Las jerarquías soportadas todos los días no experimentan oposición alguna. Aquí el poder del adulto no se detiene ante matices. Es monolítico. Se pueden descubrir, por supuesto, las transferencias que autoriza. La familia es una ocasión para la catarsis. El Padre-Amo encuentra en fin una sociedad que le permite realizarse, que gira en torno de él.
La educación autoritarista goza generalmente de una reputación lisonjera. Los jóvenes son dominados. Eran dóciles: helos aquí condicionados. .
El liberalismo del cual quiero hablar se inscribe en el polo opuesto del autoritarismo. El liberalismo no niega la personalidad del niño. La sobrestima. Para permitir que figure desde ahora como adulto, el adulto finge ver al niño ya adulto. Esta pedagogía inflacionista tiene numerosas razones para desarrollarse. Razón material en las familias en que el padre y la madre trabajan. El hermano y la hermana mayores desempeñan por delegación, y a horas fijas, el papel de padres. Ellos se arman de la autoridad que se les ha descargado sobre sus espaldas y la ejercen sobre los más jóvenes. El liberalismo ”en cascada" es relativo.
Hay otra razón material: que el niño se haga cargo de sí mismo permite. a los padres liberarse por un tiempo de su responsabilidad familiar. Por otra parte, esta preocupación puede llevar a la actitud inversa: se confía el niño a una institución especializada, y con respecto a esto, es sabido que los niños-problema plantean finalmente menos problemas que sus padres.
La elección deliberada y sin presión material implica una idea justa. La multiplicación de experiencias ofrece al joven ocasiones de renovar su campo de conocimientos, pero allí se encuentra también a veces la abdicación del educador angustiado por tener que resolver situaciones que domina imperfectamente. Los padres-amigos, con la mayor frecuencia, son padres que han rehuido su función de padres. O que fingen vivir todavía en su adolescencia. Su renunciación equivale a una abdicación del papel del adulto. Creyendo borrar las restricciones de la educación ellos contribuyen finalmente a hacerlas pesar más sobre un niño incapaz de comprenderlas. El niño solo nada domina: es dominado...
Entre el liberalismo y el autoritarismo, la educación ideal en una sociedad que no lo es oscila constantemente entre dos polos opuestos. Considerarla como un medio no significa nada. La educación se plantea un objetivo y la familia concibe su papel en función de su propio objetivo. Pero uno puede imaginar las constantes: por ejemplo, pertrechar a los jóvenes de manera tal que puedan actuar conscientemente.
En educación como en otras cosas la libertad refleja de modo natural a la sociedad. El educador no tiene que aparentar ofrecer algo de que no dispone. Al contrario, él puede definir, en un marco cuyos límites conoce, el margen de autonomía que es suyo y ofrecerlo al joven. La libertad es aquí la posibilidad de elegir. Pero además es necesario, para que se ejerza plenamente esa posibilidad de elegir, que nazca el sentimiento de esta eventualidad. Un niño liberado así mismo no siente su situación como nacimiento del sentido de responsabilidad sino como un abandono.
La educación cultiva la actividad de aquel sobre el cual quiere ejercerse. Ella reclama su parte. Gradualmente, según las disposiciones y las experiencias de cada niño, en una progresión que le permite a éste' extenderse en toda ocasión, ella lo prepara para la autonomía en la misma medida en que se eclipsa la educación.
Desde su nacimiento, se instaura entre el niño y el adulto una serie de intercambios cuyo objetivo esencial es permitir al niño un florecimiento que el adulto quiere que sea total. Este diálogo favorece todo lo que rechaza la tutela del adulto, su sola tutela. El conflicto de generaciones. el "eterno combate" entre jóvenes y viejos desaparece.
Sin duda, como en otras cosas, el niño puede rehusar la intervención del adulto. Sin entrar demasiado en detalle se sabe que el niño aprende a discernir lo arbitrario de lo necesario, que él sabe descubrir aquello que los distingue. La firmeza de la que dan muestra los padres, sea a propósito del comportamiento social, sea a propósito de las normas de vida, proporciona el límite de esta libertad a la cual yo hacía alusión. Ella no es siempre aceptable para el joven porque ella se inscribe dentro de un determinismo social que los padres no remontan.. Su propia autonomía es toda relativa. Más hacer también tomar conciencia parece ser el paso más eficaz.

LA FAMILIA: LOS PADRES, MODELOS DE VIDA SEXUAL

Las relaciones estrechas que, en las sociedades patriarcales basadas en la monogamia, existen entre padres e hijos hacen de los primeros el ejemplo permanente para los segundos, de la vida de una pareja. Se les hace así un lugar preeminente a un hombre y a una mujer; mas no como hombre ni como mujer. El padre simboliza la autoridad, la fuerza; la madre, la bondad, el afecto. Sus niños no imaginan que puede haber entre ellos relaciones sexuales. Sólo imaginarlo constituirá, para los adolescentes, durante largo tiempo un pensamiento perturbador. El matrimonio va a aparecer, en consecuencia, como una comunidad doméstica, como una asociación agradable y amistosa, pero donde la vida material, comer y hacer comer a los niños, ocupa el lugar esencial. El descubrimiento de las funciones sexuales se hará empíricamente, al azar, inflado con todas las leyendas, confundiendo lo verdadero y lo falso. El disimulo de los adultos tendrá por efecto vincular la sexualidad con el misterio. Habiendo sido obtenidas las primeras informaciones por los encuentros con otros jóvenes; con jóvenes del sexo opuesto, se operará una distinción entre la actitud sexual de los adultos y las de los jóvenes. Habrá de una parte: el matrimonio, con los hijos como perspectiva, es decir, la familia; de otra parte: las amistades ocasionales, las aventuras amenazadas por los riesgos que se corren.
Una multitud de nociones fragmentarias asediará durante largo tiempo el espíritu del joven. El descubrimiento furtivo del acto sexual será causa de angustias. Ese descubrimiento creará cierta repulsión y cierto terror; el conocimiento será culpable, amenazado por diferentes tabúes, diferentes temores.
Los hombres y las mujeres de las revistas ilustradas, de los magazines de las películas, las modas de los vestidos hacen gala de una sexualidad diferente, tolerada. Ella exhibe los abrazos, las caricias, las miradas, los tocamientos, los besos, todo salvo lo esencial: las relaciones sexuales. Naturalmente que es ésta la "sexualidad" que los jóvenes serán invitados a hacer suya. Y la existencia de esta sexualidad desviada que transfiere la energía sexual a las vestimentas, a las actitudes, a los roces, satisfaciéndola mediante una excitación epidérmica, aunque condenada a los infiernos por los defensores del monopolio conyugal, sirve a estos últimos más eficazmente que el puritanismo más dulcificado. El simulacro excita los espíritus. Compensa las insatisfacciones. Sobrevalora el acto vinculado al matrimonio, realización de las aspiraciones profundas, aunque vuelto hacia la familia.
La concordancia de los mitos desarrollados en torno a la mujer-madre tiene como corolario la preservación de su virginidad,"la noche de bodas debe ser al mismo tiempo la noche de donde nacerá el hijo y por la cual la frustración tendrá su fin. Todo se confunde: la sexualidad y la efectividad hasta entonces distintas. Pero no habiendo podido separar anteriormente lo que sobresalía del afecto quizás momentáneo de lo que concernía solamente al deseo físico sublimado por estar insatisfecho, la noche-apoteosis podrá señalar tanto un cenit como un ocaso.
Los jóvenes descubrirán poco a poco diversas morales: una por sexo, otra por clase social. Descubrirán que existe valores morales religiosos basados en el miedo o impuestos por el chantaje efectivo. Que si el comportamiento social los contradice, se acomoda a ellos. La autorrepresión sexual inculcada desde la niñez, combinada con los riesgos de la fecundación, pesa sobre su comportamiento. Y se verá llevada a hacer suya actitud común. Actitud que, si. excluye la desfloración por un tercero de las mujeres con las que hay el propósito de casarse, no rechaza las aventuras con otras. Actitud que ve en el matrimonio de conveniencia la fachada social de una doble vida. De todas maneras la mujer es la perdedora. Los jóvenes aprenderán esta desigualdad. Para las muchachas, un consuelo: la mujer es la base de la familia; la madre es la guardiana de los valores conyugales.
Contra las amenazas del sexo, "... entre todos los instintos, el más violento... en razón misma de su violencia, ...puede ser una fuente de desintegración social y de anarquía", contra la licencia sexual que ”...se halla con la mayor frecuencia en el origen del desarrollo mental y moral de los individuos, como de los pueblos" la institución familiar, protegida por la mujer, rinde un señalado servicio a la sociedad. En resumen, "moralizar y disciplinar el instinto sexual". La institución familiar ordena el vínculo sexual en la perspectiva de la propagación de la especie y del "desarrollo espiritual de las personas" .
He aquí pues los fundamentos de una. moral que rigen la vida sexual. Esta moral es inculcada desde la niñez y marca tanto más al joven cuanto que ella no encuentra entonces resistencia alguna.
No siempre se comprende por qué la educación religiosa, que se imparte a los niños muy pequeños, condiciona que ellos se aparten más tarde de ella en cierta medida. La hechura de los espíritus determina hasta los mecanismos más simples: el maniqueísmo de los primeros años se enriquecerá con los progresos filosóficos, pero sin volver a cuestionar lo esencial.
Aceptada por todo individuo. la moral interioriza también el orden establecido, integra este orden con la conciencia del joven, quien pronto la reproduce mecánicamente. Termina por aparecer como su expresión propia, como una parte de su personalidad. El joven elige ser diferente de los demás, según cree, mas esta' diferencia no hace .sino traducir, diversos grados de percepción de la represión. En esta situación, por otra parte, la sociedad, puede de aflojar sus restricciones. El guardián, de la sociedad es el individuo mismo. La censura ha llegado a ser autocensura. (MARCUSE)
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1. Desarrollada por el equipo de David Riesman, en el libro publicado bajo su nombre The Lonely Crowd. 1948, La foule solitaire (La multitud solitaria), Arthaud 1964, p. 29, 30, 45, 108.

2. J. H. DE HASS, J. F. DE WIJN: "El desarrollo biológico del adolescente", Enfance, 1958, número 4-5, p. 315-327

3. Prefacio de El origen de la familia, de la propiedad privada y del estado.

4. Nikolai BUJARIN, Evgueni PREOBRAZHENSKI: El ABC del Comunismo. escrito en 1919, reeditado en 1963, ediciones Francois Maspero, colección Biblioteca socialista, p. 228, 229.

5. D. RIAZANOV: Comunismo y matrimonio, reeditado en 1967, ediciones Maspero. El autor indica que la nueva ley soviética de registro de los matrimonios se promulga en interés del estado y de la sociedad. en un periodo de transición "en que la sociedad evoluciona hada el socialismo" pero que bajo el régimen socialista "nos liberaremos de toda una serie de normas jurídicas y de las otras". D. RIAZANOV defiende el registro de los matrimonios "con la plena libertad de divorcio" (p. 26, 27, 2R). Una de las primeras medidas tomadas por la Revolución de Octubre de 1917 fue la de anular todas las antiguas leyes concernientes al matrimonio. Los decretos del 18 de diciembre de 1917 instituyen la libertad de divorcio; el del 20 de diciembre no reconoce en adelante la validez de los matrimonios religiosos. El dos de diciembre de 1920 entra en vigor un primer código de la familia; completado, este decreto desemboca en el Código de 1927, el cual reconoce dos especies de matrimonio: matrimonio de hecho y matrimonio registrado. En el matrimonio registrado los cónyuges pueden decidirse por un apellido común, por el del marido o el de la mujer. Ver: La familia y el matrimonio en la concepción materialista de la historia y el derecho soviético. A. STERN. Facultad de Derecho de la Universidad de Ginebra, 1947.

6. “Famille et cité” (Familia y sociedad). Cahiers de l´Institut de Psychologie et Pédagogie, número 1. P.U.F. 1944 p.47-48. El señor Jean LACROIX era entonces profesor de filosofía.

7. Cahiers de l´Institut de Psychologie et Pédagogie, obra citada, p.37-38

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