¿Quién es Rudi Dutschke?
Por Gerard Sandoz
Le Nouvel Observateur, Nº179, abril, 68
Digitalizado de la Revista
Revolución y Cultura. Agosto
1968, Cuba.
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Rudi Dutschke
Molestaba a los
conformistas de toda índole. En esta nación mutilada, que para
olvidar su pasado, sus heridas, el mundo exterior se había hecho una
religión de sumisión a la autoridad, del respeto a los poderosos,
de la persecución del confort y de la seguridad, Rudi Dutschke era
la encarnación misma del escándalo. ¿Qué se espera para hacer
escarmentar a este poderosos, de la persecución del confort ciudad?,
escribía días después el diario sensacionalista y
ultrarreaccionario “Bild Zeitung”, del trust Springer con una
tirada de 4,5 millones de ejemplares.
Y bien, no “se ha”
esperado mucho tiempo. El 11 de abril, un tal Bachmann, le hizo tres
disparos a boca-jarro a Rudi Dutschke al que la prensa “popular”
y todas las autoridades designaban desde hace un año -bajo el
sobrenombre de “Rudi el Rojo” o de “Rudi-Mao”- como el
enemigo público nº1.
¿Acaso Dutschke ponía
en peligro “el orden liberal democrático” de la República
Federal? No es seguro; pero, sin duda, él encarna la desafección de
los estudiantes alemanes -y de numerosos jóvenes no estudiantes- con
respecto a este orden. Con 28 años, Dutschke es uno de las
tendencias de la organización de los hombres más célebres de
Alemania. Aunque no representa más que una, los Estudiantes por una
Sociedad Democrática (Liga de los estudiantes socialistas alemanes,
excluida desde hace mucho tiempo del partido social-demócrata por
desviación de izquierda) y de los estudiantes revolucionarios
berlineses, Dutschke era hasta aquí la figura de proa y el portavoz
más prestigioso de su movimiento.
UN
TIPO DE FURIA
No había nada más de
tribuna demagoga que lo que la prensa ha hecho con él. Este
estudiante de sociología de 28 años de edad, hablaba por el
contrario inclusive en sus grandes discursos públicos, el lenguaje
tormentoso, complicado y cargado de jerga de la universidad
berlinesa. Pero, lo hablaba con furia y con un tipo de furia que
hacía renacer en la conciencia de sus auditores estudiantes un
malestar profundamente enterrado.
Sus temas preferidos,
que lo son también de la E.S.D.: el combate contra la “Universidad
medieval”, su paternalismo autoritario y feudal; la denuncia de la
“podrida sociedad de consumo”, que exige de los esclavos bien
alimentados y sin cerebros para producir y comprar sus presupuestos,
para tragar sus “mentiras permanentes”, la necesidad de una
alianza entre los oprimidos del “tercer mundo” y los “marginales”
(estudiantes, lumpen) del mundo “occidental”...
El declive se produce.
Los temas se Dutschke y de la E.S.D. Han tenido éxitos al movilizar
una juventud en la que todo el mundo -en Alemania y en el extranjero-
deploraba hasta el escepticismo y la despolitización. Aunque los
militantes de la E.S.D. No fueran más que una minoría, éstos se
apoderan a través de toda Alemania federal de la dirección del
movimiento estudiantil, y lo transformarán en movimiento de masa. En
Berlín Oeste Dutschke podía, permanentemente, movilizar 5.000
estudiantes; y mucho más que eso llegado el caso.
Por primera vez,
Dutschke demostró su poder de movilización cuando, en junio de
1967, organizó una manifestación contra el Sha de Irán, de visita
en Berlín, y en favor de las víctimas de la represión que acababa
de batirse con “la intelligentsia” iraniana.
La policía, alentada en
la “firmeza” por el trust Springer y las autoridades berlinesas,
se desató contra los estudiantes, haciendo uso, sin necesidad, de
sus armas de fuego y mató al estudiante Benno Ohnesorg.
EL
“SOCIALISMO DEPRAVADO”
A partir de ese momento,
la E.S.D. Cobró un auge extraordinario: el combate contra la
“Universidad autoritaria”, “por la lucha del pueblo
vietnamita”, “por una Universidad cambiada” -prefigurada por
los seminarios que organiza la E.S.D. sobre cuestiones políticas,
filosóficas, sociológicas, que se puedan imaginar- todo esto está
estrechamente ligado. El debate permanente, las decisiones tomadas
colectivamente por los “soviets” de estudiantes, tienen
oportunidad de organización.
Porque Dutschke,
volviendo a los orígenes de los movimientos revolucionarios
triunfantes y viendo en la democracia directa una de sus principales
características, no rechaza solamente el parlamentarismo de Bonn
sino también el “socialismo depravado” del Este europeo, que
conoce por experiencia: vivió en la R.D.A. hasta 1961.
Al igual que para muchos
jóvenes alemanes del Este, el descubrimiento de la Alemania
Occidental fue para Rudi Dutschke una desilusión: bajo formas
diversas la represión de las aspiraciones profundas de los hombres
reina tanto en el Oeste como en el Este, hallando en la “represión
intelectual que ejercen las universidades” una de sus
manifestaciones más explosivas.
Quizá Dutschke no
hubiera podido sobrepasar el estado de “protesta provocadora” -la
del movimiento “provo” en Holanda- si no hubiera descubierto en
ocasión de un viaje a los EE.UU. la obra y la personalidad,
igualmente seductoras, del filósofo germano-americano, Herbert
Marcuse, intérprete marxista de Freud (y viceversa), por intermedio
del cual, Dutschke primero y la E.S.D. Después se reconcilian con la
tradición, escondida desde hace treinta y cinco años, del filósofo
más subversivo de este siglo: Wilhelm Reich.
UN
CLIMA DE PROGROM
Marcuse, Reich, Rosa
Luxemburgo, pero también Lenin y Che Guevara: todos aquellos que, me
dijo Dutschke en una reciente entrevista, “han querido hacer la
difícil síntesis entre socialismo y libertad”, se han convertido
en los autores de cabecera de los estudiantes berlineses y no
berlineses. Y no solamente sus autores de cabecera.
Cuando el pasado 19 de
febrero, en ocasión de una manifestación internacional de apoyo al
pueblo vietnamita, 15.000 estudiantes desfilaron en Berlín-Oeste, al
llamado de Dutschke y el E.S.D., enarbolando banderas rojas, efigies
de Lenin, de Rosa, del Che, las autoridades berlinesas estimaron que
ya era tiempo de “reaccionar”. Se orquestó un clima de progrom
antiestudiantil con la ayuda del trust Springer. Sindicatos y
social-demócratas convocan a la población para una
contra-manifestación a favor de los EE.UU. y los empleadores cierran
sus empresas para que los asalariados puedan manifestar masivamente.
Es nuevamente la guerra
fría: las amenazas de muerte se ciñen contra los líderes
estudiantiles. El viejo resentimiento de los obreros contra los
intelectuales, causa de tantas tragedias, es alentado por los grandes
aparatos y se le da libre curso.
En este clima, el
atentado del 11 de abril era perfectamente comprensible; despierta
terribles recuerdos de treinta y cinco años atrás, incluso a las
autoridades social-demócratas mismas. Tal vez las tres balas en el
cuerpo de Rudi Dutschke no hayan sido en vano si sirven de
advertencia a los partidarios de la defensa del “orden” a toda
costa.
Category: 1968, Dutschke, SDS alemán
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