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Por Herbert Marcuse, Andre Gorz y Serge Mallet.
Síntesis de la
Primera Mesa Redonda sobre la Sociedad Industrial celebrada en México
en los Cursos de Invierno de 1986.
Publicada originalmente en
Siempre!, México, Julio 1968.
_______________________________________________________________________________________
Participan en la
Mesa. Redonda el profesor Herbert Marcuse, los señores André Gorz y
Serge Mallet y el profesor Víctor Flores Olea, que actúa como
moderador.
HERBERT
MARCUSE - Voy a tratar de formular algunas tesis sobre
la sociedad industrial avanzada. Primera: La sociedad
industrial, como tal, no existe. Existe, sí, pero con formas
diferentes, en términos de instituciones sociales y políticas: la
diferencia esencial se da entre la sociedad industrial socialista y
la capitalista. Pero aún dentro de estas categorías hay grados de
desarrollo desigual. Segunda: La sociedad de los Estados
Unidos representa un caso especial dentro del segundo grupo, por ser
la más avanzada en cuanto al progreso técnico y la productividad y
también, quizás, en cuanto a la organización social. ¿Es sólo
una diferencia histórica o además estructural? Tercera: La
presión de las contradicciones clásicas del capitalismo se sigue
dando en la evolución del capitalismo avanzado, son los conflictos
entre las formas de producción y su utilización restrictiva,
represiva y aún destructiva. Las relaciones de producción
capitalistas la obliga a ser destructiva. Cuarta: Como el
capitalismo avanzado tiene que extender su poder global frente al
crecimiento del comunismo la contradicción se hace más grave. Las
principales manifestaciones de esta contradicción agravada son las
siguientes: el neo-imperialismo y el neo-colonialismo; el incremento
de la producción parasitaria, sobre todo de armamento: el predominio
de la pobreza; el desempleo tecnológico. y por último las
tendencias autoritarias y antidemocráticas y el militarismo. Quinta:
Al mismo tiempo, se han desarrollado medios, políticas y formas
de organización para contener y controlar las contradicciones. El
aumento de la productividad y el progreso técnico permite
concesiones bastante amplias las clases explotadas. Las
manifestaciones principales de estas concesiones son un nivel de vida
bastante elevado y la reducción del tiempo da trabajo. El resultado
es la integración de la oposición dentro del sistema del
capitalismo avanzado: su coordinación total, su unificación bajo el
interés nacional. Y esa integración se hace en la forma de una
democracia totalitaria. Sexta: Sin embargo, la integración
sólo ha sido eficaz en los Estados Unidos. En Europa todavía no se
da: allí persisten las fuerzas tradicionales de la oposición de
clase. Séptima: El capitalismo avanzado sintetiza dos
tendencias: el Estado del bienestar -Welfarestate- y el Estado
militarista -Warfarestate-; el capitalismo de Estado y el
capitalismo privado; la democracia de masas y una política
autoritaria; las libertades y la explotación; el progreso técnico y
la destrucción; la concentración de la riqueza y la pobreza
perpetuado. Octava: Estas tendencias se reproducen en una
escala cada vez más amplia. Las o fuerzas destructivas tienden a
extenderse. Se intensifican las restricciones en las metrópolis y en
los países atrasados. Hay pequeñas guerras escalonadas,
intervenciones militares y la amenaza constante de aniquilación
nuclear. Frente a estas tendencias destructivas es indispensable
evaluar correctamente las fuerzas de oposición que tienen la
oportunidad histórica de cambiar el sistema y preparar la transición
hacia una sociedad libre. Novena: Las fuerzas de oposición
pueden identificarse en las siguientes categorías: estratos
subprivilegiados en países capitalistas (minorías de raza,
desempleados, regiones de miseria); proletariado rural y urbano en
países atrasados; estratos oposicionistas de la clase obrera en
Europa; intelligenttzia oposicionista. Décima: Esta
variedad de movimientos de oposición no representa a una clase
homogénea, con intereses reales comunes. Se divide en términos de
posiciones sociales y geográficas. Para movilizar a las diversas
capas hay que organizarlas y activarlas en diversas escalas: el
desarrollo de la conciencia y la dirección teórica; las
reivindicaciones económicas llevadas a la acción política (contra
las guerras, por ejemplo; contra la política exterior e interior;
contra el surgimiento de las fuerzas autoritarias y protofascistas) ;
la coordinación de los distintos movimientos de oposición en la
escala nacional; la consolidación de los movimientos de liberación
de los países atrasados. Undécima: La oportunidad histórica
de estas fuerzas crece en la medida en que los cambios profundos del
proceso de producción capitalista -sobre todo la automatización-
tienden a militar contra la base misma del sistema; la economía de
cambio y la propiedad privada de la plusvalía. Estas son las
tendencias materiales hacia la crisis final. Pero sólo pueden
convertirse en tendencias de liberación si utilizadas y dirigidas
por la acción política de los grupos de oposición organizados.
Actualmente, esas fuerzas de oposición están en peligro de ser
suprimidas por el poder establecido en todos los países. Ese peligro
es mucho más real que la posibilidad de liberación. Pero hoy no es
mañana y la teoría y la práctica de liberación han luchado
siempre contra la vasta . superioridad de los otros; del poder
establecido. Siempre ha sido la lucha de los débiles contra los
fuertes y siempre ha sido una lucha no para hoy sino para mañana.
VICTOR FLORES OLEA.
-Trataré de subrayar algunos puntos de divergencia esenciales entre
las tesis del profesor Marcuse y las de André Gorz. De acuerdo con
las exposiciones de Herbert Marcuse parecería que el desarrollo
técnico es algo represivo en si mismo. Habría que preguntarse si la
técnica es represiva en sí o si ese carácter se debe a las
relaciones sociales en las que se ha aplicado hasta ahora,
particularmente en el sistema capitalista. ¿No conducirían las
posiciones del profesor Marcuse a un naturalismo a. la Rousseau? En
segundo lugar se trata de saber si el caso de los Estados Unidos
sigue siendo especifico en el desarrollo de las sociedades
industriales y no se puede generalizar; o si representa una etapa del
capitalismo hacia la que se dirigen en un futuro más o menos próximo
todos los países capitalistas.
Otra pregunta:
¿significarían las reformas puestas en práctica por el capitalismo
en Francia, por ejemplo, una etapa más avanzada desde el punto de
vista ideológico y de organización en relación con el capitalismo
de los Estados Unidos?
André Gorz, a propósito
de su modelo de estrategia obrera, plantea el problema del
contra-poder, de la gestión obrera, como camino previo hacia el
derrocamiento de las estructuras económicas, sociales y políticas
del capitalismo. El profesor Marcuse parece afirmar que la gestión
obrera o el contrapoder son siempre reformas que acaban por
integrarse al sistema: no son reformas de carácter revolucionario
que conduzcan hacia el socialismo. ¿Hasta qué punto existe una
verdadera fuerza revolucionaria en el proletario europeo? El señor
Marcuse sostiene que algunos movimientos proletarios en Europa
Occidental son únicamente económicos.
Sostiene, por otra
parte, que la Revolución se funda en ciertas necesidades vitales
inmediatas. Si son satisfechas no hay revolución. La revolución, en
términos marxistas, sería una idea pre-técnica y pre-industrial,
sin aplicación en una sociedad industrial y tecnológica avanzada.
Ahora bien: la sociedad de la opulencia ha satisfecho las principales
necesidades vitales pero hay algunas que permanecen insatisfechas,
reprimidas y se traducen por manifestaciones agresivas. Dada la
atmósfera ideológica que prevalece, la clase obrera y la sociedad
en general no cobran conciencia de esas necesidades vitales
in-satisfechas. El profesor Marcuse cree que la tarea de los
intelectuales consiste en tomar conciencia de ellas y manifestarlas,
aun de una manera práctica. Por último, el señor Marcuse sostiene
que la revolución no puede realizarse en ninguna parte que antes se
haya producido una crisis y profunda en los Estados Unidos. puede
producirse, pues, la transformación hacia el socialismo sino después
de una crisis profunda en el marco de la economía de los Estados
Unidos?
ANDRE GORZ - Creo que la
exposición inicial que acaba de hacer mi amigo Herbert Marcuse nos
ha superado a todos. Ha modificado completamente la situación. Yo
siempre he considerado a Marcuse como un provocador, en el sentido de
plantear y abordar los problemas de la manera más fría y más
aparentemente pesimista para un marxista y un hombre de izquierda. En
realidad, Herbert Marcuse es uno de esos hombres sin cuya existencia
todos seríamos más pobres. Con esa manera de abordar negativamente
los hechos trata de empujar a los optimistas a sus últimos reductos
y de obligamos a llegar al extremo de su pensamiento.
Estoy de acuerdo con
Marcuse en que los Estados Unidos prefiguran el modelo de cualquier
sociedad capitalista avanzada, de la que nos espera en Europa si
asistimos sólo como espectadores al desarrollo del proceso que ahora
se realiza. Es decir, no somos capaces de explotar en beneficio del
movimiento revolucionario las contracciones nuevas. que aparecen en
el proceso de desarrollo europeo. Ese proceso -en Europa y
parcialmente en América Latina- marcha en el sentido de una
americanización: creciente enajenación, a pesar o a causa del
progreso tecnológico; incremento de los medios de disfraz o
represión ideológica de la conciencia de esas enajenaciones.
Segundo punto: asistimos a la destrucción violenta del medio natural
y de la huella cultural que dejó en nuestros países una sociedad
pre-industrial. Se tiende a la automatización de la producción y a
la tecnocratizacián creciente; a la estándarización y a un
creciente dominio del individuo por aparatos sustraídos a todo
control democrático. Pero las necesidades que engendra el
capitalismo sólo pueden volverse compatibles con el sistema a
condición de que existan partidos políticos de masas
suficientemente conscientes y fuertes para movilizar esas necesidades
con vista a la construcción de una sociedad cualitativamente
diferente. Ahora bien, el nivel de combatividad y la capacidad de
lucha están lejos de haber alcanzado la intensidad necesaria. Es un
hecho que la reivindicación económica ha prevalecido sobre la lucha
política. Ha habido, en Europa y Estados Unidos, más huelgas por
reivindicaciones económicas, sin contenido político explícito, que
movimientos de masas. Ha habido movimientos con significación
política, pero que sólo al final se presentaban como tales. Se dio,
por ejemplo, la gran huelga general de Valonia durante el invierno de
los años 60-61, que fue evidentemente una huelga política. Duró
diez días y paralizó todo el país. Su objetivo era imponer ciertas
reformas de estructura anti-capitalistas. Pero no tuvo éxito porque
no había un partido político de izquierda capaz de llevar al nivel
de las masas la reivindicación encabezada por el movimiento sindical
valón y una pequeña minoría del partido socialista belga. Durante
el invierno de 1961 y el verano de 1962 se produjo la mayor huelga de
la. historia europea: la de los metalúrgicos italianos, que trataba
de invertir la relación de fuerzas entre la burguesía y la clase
obrera. Tampoco logró un cambio total de la sociedad porque las
condiciones políticas y el nivel de conciencia de los partidos
políticos no eran suficientes. En el invierno de 1963 tuvimos en
Francia la huelga de mineros, que fue también evidentemente una
huelga política. Se dirigía contra la prohibición de esa huelga
misma por el gobierno gaullista y hubiera sido fácil darle un
contenido objetivamente revolucionario si hubiera habido un partido
de izquierda hegemónico y poderoso. En la Compañía de Máquinas
Bull, que iba a ser vendida al grupo norteamericano de General
Electric los ingenieros encabezaron una huelga y tenía por objetivo
la nacionalización de todo el sector de construcción electrónica.
Me referiré ahora al
problema de si el desarrollo técnico es en sí represivo. Creo que
una condición de la emancipación del trabajador es un nivel técnico
que permita la polivalencia en el trabajo y el carácter creador del
trabajo. Si los países socialistas han llegado al mismo tipo de
enajenación que los capitalistas es porque han adoptado la misma
división técnica del trabajo, la misma tecnología productiva. Una
de las principales tareas de una sociedad socialista que pretenda
pasar al comunismo es dar la prioridad a un desarrollo técnico que
se haga en función del aumento de la productividad.
En cuanto a la
autogestión obrera, es evidente que no puede tener un carácter
liberador ni de ruptura dentro de la sociedad capitalista si no
cambia la estructura política misma de esa sociedad. La lucha por la
autogestión no puede tener otro fin que el cambio radical de todas
las relaciones de producción, y, en última instancia, la supresión
de la sociedad capitalista. Pero, como la autogestión es una
reivindicación espontánea en las industrias donde la formación
intelectual de los trabajadores es elevada, es fácil para un partido
político propiamente revolucionario sacar partido de la exigencia de
esos trabajadores de ser responsables del desarrollo técnico y la
gestión económica de la industria donde trabajan.
En cuanto a saber si el
capitalismo francés representa una etapa más avanzada
ideológicamente que el norteamericano, la respuesta es muy delicada.
Es evidente que Francia posee un Estado que organiza a .la empresa
privada de la burguesía en mayor medida que otros. Y sin embargo, a
la inversa, todo lo que llamamos economía concertada, integración
de los sindicatos y participación de éstos en la pol1tica económica
del gobierno tiene su ilustre precedente en la política
rooseveltiana del New Deal. No es imposible que se dé una nueva fase
del institucionalismo norteamericano y un paso posterior de los
Estados Unidos hacia una forma de capitalismo monopólico de Estado
con algunos rasgos como los que se juzgan progresistas en Francia.
SERGE MALLET.- Quiero
referirme a tres puntos importantes acerca del porvenir de las
estructuras sociales en el mundo capitalista avanzado. En primer
lugar, se trata de saber si el capitalismo norteamericano representa
actualmente el modelo más avanzado de desarrollo capitalista, en el
sentido del desarrollo histórico, es decir, por el hecho de que las
estructuras institucionales tienden a reflejar la socialización
creciente de los medios de producción y de cambio, que es
característica del desarrollo capitalista en su conjunto. Pienso,
como Gortz, que el primer esbozo del. capitalismo de organización en
el mundo fue indudablemente el New Deal, que se produjo después de
la gran crisis económica y con el fin precisamente de corregir
mediante la intervención del Estado lo que los mecanismos clásicos
de la oferta y la demanda podían significar de catastrófico para la
supervivencia misma del sistema. Pero los grandes intereses
monopolistas habían alcanzado un punto tal de gigantismo que se
negaban a aceptar esa intervención del Estado. Si en los europeos la
situación ha sido distinta es porque allí el capitalismo de
monopolio no ha alcanzado jamás las dimensiones que había alcanzado
en los Estados Unidos y ninguno pudo prescindir de la ayuda del
Estado. Cuando se ha tratado de llevar a determinada dimensión las
infraestructuras de los medios de producción ha sido imposible en
Francia, y en Italia, resolver el problema recurriendo exclusivamente
al ahorro privado (en Francia, ha sido el caso de la energía
eléctrica, de la red ferroviaria y las comunicaciones, el sistema
telefónico, los yacimientos que aportan ahora el 50% del potencial
energético francés, etc). Esto ha creado una situación
institucional muy distinta de la norteamericana. El Estado
norteamericano, al tratar de intervenir para coordinar la acción de
las diversas fuerzas y no lograrlo del todo tiene que buscar
escapatorias como la industria de armamentos, con consecuencias que
plantean nuevos problemas de equilibrio interior. El capitalismo
europeo, a diferencia de. norteamericano, sí es un capitalismo do:
organización. En relación con esto ha. que preguntarse cuál es la
verdadera naturaleza del neo-capitalismo. Para algunos teóricos es
una solución definitiva, un sublimación de las tendencias bárbaras
del capitalismo, un modelo de sociedad organizada, destinada a
perdurar indefinidamente. Yo creo que es una situación de
transición, en la que el capitalismo tiene que aceptar la
intervención del capitalismo de Estado para salvaguardar esencial de
la economía de las utilidades pero en la que, al mismo tiempo, se
desarrollan tendencias que, si son explotadas políticamente por sus
adversarios, pueden volverse -contra la naturaleza misma del régimen
capitalista. No creo que el neo-capitalismo sea una prueba de
superioridad del sistema capitalista en un momento dado sino, al
contrario, la manifestación de que no ha podido superar sus
contradicciones .recurriendo sólo a las técnicas propiamente
capitalistas de producción. Es una transacción entre las exigencias
del desarrollo social creciente de las fuerzas productivas, la
socialización cada mayor de la producción y el carácter privado de
la propiedad de los medios de producción, demuestra que es una
tentativa por resolver esas dos contradicciones. que es, al mismo
tiempo, la prueba. de no es posible desarrollar armónicamente los
medios de producción en el marco mismo del régimen capitalista y de
sus principios. Y esto tiene una consecuencia extrema sobre las capas
sociales explotadas por el capitalismo.
Quiero referirme además
al aspecto de las contradicciones inter-imperialistas. Creo que sería
peligroso estudiar el sistema neo-capitalista como un modelo que se
desarrolla de una manera lineal, de un país sobre otro país, sin
tener en cuenta la agravación de las contradicciones
inter-imperialistas en los últimos años. Con frecuencia se ha
planteado un esquema simplista según el cual el mundo se dividía en
dos campos, los ricos y los pobres, los países desarrollados y los
pueblos proletarios. En realidad los casos no son jamás tan simples
y uno es siempre el subdesarrollado de alguien. Es decir, si hay
enormes diferencias de desarrollo entre los países capitalistas de
Europa Occidenta1 y los países subdesarrollados, también es verdad
que, en cuanto a las fuerzas productivas, hay enormes diferencias
entre los países capitalistas europeos y los Estados Unidos. En
cierta medida, la misma política imperialista de los Estados Unidos
hacia los países subdesarrollados se manifiesta hacia los países
menos desarrollados que los Estados Unidos. Ahora bien, mientras los
capitalismos europeos se sienten en una posición relativamente
expansionista y tratan de abrirse hacia nuevos mercados, desarrollar
en cierta medida un imperialismo europeo, son incapaces de oponerse a
la penetración en sus propios territorios del capitalismo
norteamericano que conquista cierto número de empresas
fundamentales. ¿Qué sucede entonces? Que los Estados capitalistas
europeos tienen que asumir la defensa, que esos capitalismos son
incapaces de asumir por sí solos, contra el capitalismo
norteamericano que los amenaza y que tiende a subordinarlos. El
Estado tiene que controlar cada vez más a las fuerzas productivas y
limitar la autonomía de los grupos capitalistas en la medida que
sabe que no pueden resistir con eficacia a los intentos de
penetración del capitalismo norteamericano y que, por tanto,
tenderán a aliarse ellos y a convertirse en "compradores"
del capitalismo norteamericano. La penetración del capitalismo
norteamericano en Francia en los últimos años ha sido comprada a
los capitalistas franceses, que han recibido una compensación:
acciones que no les daban poder de decisión pero sí utilidades
dentro de las sociedades norteamericanas. Así, las contradicciones
inter-imperialistas suponen un fortalecimiento de las tendencias
planificadoras, estadistas, dentro de los sistemas europeos y supone
la agravación del conflicto entre el sector del capitalismo de
Estado y el sector del capitalismo privado.
No creo que estas
contradicciones sean suficientes para desarrollar por sí solas a
situación revolucionaria en los países Europa Occidental. Sólo
afirmo que crean posibilidades importantes para los movimientos
socialistas y obreros en los países de Europa Occidental, a
condición naturalmente de que sepan aprovecharlas.
FLORES OLEA.-Corresponde ahora la
palabra al profesor Marcuse, que responderá a algunos de los puntos
que se le han planteado.
HERBERT MARCUSE.- Antes
que nada, quiero defenderme radical y violentamente contra un
malentendido bastante grave: no he dicho jamás que el desarrollo
técnico, como tal, sea una fuerza represiva o regresiva. He dicho en
varias ocasiones que es sólo el empleo dado a la tecnología el que
engendra las tendencias represivas y destructivas en la sociedad
industrial. No deseo una regresión a una etapa anterior a la
tecnología, pero me gustaría dirigirla hacia una sociedad en que
las necesidades verdaderamente humanas controlen la productividad y
se rompa el lazo entre la productividad y la destrucción.
Diré ahora algunas
palabras acerca de la exposición de mi amigo Gorz. Si Gorz quiere
decir que la verdadera autogestión es la revolución misma, estoy
totalmente de acuerdo con él. Mis dudas se refieren a la autogestión
aislada, dentro de una sociedad capitalista que no se modifica.
En cuanto al papel de
los intelectuales, encuentro grandes semejanzas con la primera mitad
del siglo XIX, en los tiempos de Marx; es una tarea de educación, de
desarrollo de la conciencia.
En cuanto a las
reivindicaciones· políticas en Europa, sigo sosteniendo que no han
logrado modificar, en el menor grado, el asalto del capitalismo
norteamericano o la cohesión del capitalismo francés. Y esto se
debe a que no existe la base de masas: esto no quiere decir que no
pueda crearse y el trabajo de crearla corresponde precisamente a
hombres como mi amigo Gorz, Mal1et y quizás, en mucho menor grado,
esa es también mi tarea. En cuanto al hecho de que técnicos e
ingenieros hayan encabezado huelgas ¿no significa que la fuerza
impulsara de esas· huelgas era la. racionalización de la
productividad misma más que la transición a una sociedad
socialista?
Por lo que se refiere al
desarrollo capitalista en Estados Unidos, no estoy de acuerdo con
Mallet. Pienso que el estado de organización del capitalismo
norteamericano es mucho más fuerte y estable bajo el gobierno de
Johnson de lo que fue en el de Roosevelt. Toda la economía
norteamericana depende ahora del gobierno. y yo me pregunto si no es
precisamente la fuerza, la cohesión del capitalismo norteamericano
lo que hace que no sea necesaria una mayor organización que la ya
existente.
El último punto ha sido
el de las contradicciones internas del imperialismo. Mallet dice que
se han agravado. Yo no lo creo. Yo creo que esas contradicciones
pueden resolverse dentro del marco global del sistema.
VICTOR FLORES 'OLEA.-Me
gusta aria subrayar algunos puntos que podrían discutirse: el
problema de las oportunidades revolucionarias en Europa y en el
Tercer Mundo y el de las relaciones posibles entre los movimientos
revolucionarios de los países avanzados y los de los países
subdesarrollados.
Otra cuestión: ¿está
le revolución fatalmente ligada a las necesidades vitales
inmediatas, a la pobreza extrema, o puede pensarse en un cambio
radical de las estructuras sociales en un país tecnológicamente
avanzado? ¿En qué medida y en qué dirección?
¿Qué problemas
plantea, el paso al socialismo en un país como los Estados Unidos y
dentro del marco de una organización neocapitalista como en Francia?
ANDRE GORZ.-Trataré de
abordar el problema de la posibilidad de una coordinación entre las
luchas en los países capitalistas avanzados y el Tercer Mundo, No
estoy de acuerdo con mi amigo Marcuse en cuanto a que falte la base
de masas para la reivindicación política en Europa. Yo diría que
existe esa base, pero falta, o existe insuficientemente, o está en
crisis el partido hegemónico capaz de dar una salida a las posibles
luchas de masas. Creo también que las reivindicaciones de masas han
negado a poner en crisis al capitalismo en Europa, sin tener la
madurez suficiente para aprovechar en su favor esa crisis. En
Bélgica, Francia e Italia ha obligado al gobierno a tomar medidas
que han modificado el funcionamiento del. sistema capitalista. Hay
que preguntarse si los gobiernos no lograrán hacer más tolerable la
economía capitalista hasta el punto de cortar las posibilidades a
los movimientos socialistas. La manera de evitarlo es explotar las
victorias parciales de las masas, haciéndoles sentir que tienen un
poder sobre la política, el gobierno y el Estado y que el problema
no puede resolverse en el marco del régimen existente.
Yo creo que a los
movimientos socialistas y obreros de Europa les faltan filósofos en
un sentido amplio, es decir hombres capaces de hacer la síntesis de
las necesidades histórico-vitales en una perspectiva totalízante,
es decir, en la perspectiva global de una sociedad con sentido para
los individuos que se da como una alternativa evidente a la sociedad
actual.
Sólo así podemos
escapar al peligro de la soluciones tecnocrátícas o de capitalismo
de organización.
En cuanto a los
antagonismos inter-imperialístas, pienso que son importantes porque
ofrecen armas y posibilidades a los países dominados para
neutralizar a un imperialismo con otro. Cuando se le hizo al general
De Gaulle un gran recibimiento en México lo que se aplaudía era que
su política exterior ofrecía a América Latina posibilidades de
maniobra que nunca había tenido respecto de los Estados Unidos. En
este punto aparece una dificultad: ¿cómo coordinar la lucha
anti-imperialista en el exterior con la lucha de movimiento
socialista y obrero en el interior si países anti-imperialistas como
algunos de América Latina, China o la URSS aprueban, a veces sin
reserva la política gaullista? En mi opinión, la solución sólo
puede buscarse en la superación de la política anti-imperialista de
un capitalismo de monopolios como el capitalismo francés. Para el
movimiento socialista de Europa es importante no ir rastras de una
política anti-norteamericana como la gaullista sino, al contrario
desbordarla y mostrar, primero a nosotros mismos y después a
ustedes, que la acción anti-imperialista dirigida contra los Estados
Unidos no puede tener realmente eficacia sino cuando deje de ser la
imagen escondida del capitalismo monopolista francés. Es evidente
que los países de Europa Occidental no podrán constituir un apoyo
contra la dominación norteamericana sino cuando sigan una política
que tienda a resistir en el interior a esa dominación y cuando
tengan el suficiente poder económico como para suplantar a los
Estados Unidos en los mercados de los países subdesarrollados;
ofreciéndoles los bien de equipo y de industrialización que
necesitan. El modelo de desarrollo monopolista es nefasto para todos
porque, al dar prioridad a bienes no esenciales, se deja dominar por
el capitalismo norteamericano en cuanto a los bienes de equipo
esenciales.
Por último, creo que
las necesidades tales están históricamente condicionadas ,es decir,
que en un momento dado pueden ser percibidas como necesidades vitales
algunas que no la habían sido anteriormente. Y no hay ninguna razón
para pensar que esas necesidades, que no tienen que ser precisa y
únicamente la miseria, la pobreza extrema, no puedan llegar a
fundamentar reivindicaciones explosivas una voluntad revolucionaria,
siempre un partido de masas las haga conscientes. Ese partido tiene
que poseer una conciencia filosófica capaz de proyectar toda una
cultura y una civilización diferentes a partir de la existencia de
esas necesidades.
SERGE MALLET - En cuanto
a las necesidades vitales, nunca están satisfechas cuando los
hombres ven que frente a ellos existen modelos de vida superiores. No
se trata de saber que uno vive menos bien que otros: eso que vivieron
los padres; el problema está en saber que uno vive menos bien que
otros: eso es lo que se resiente. En la medida. que se satisfacen las
reivindicaciones elementales pueden surgir y sólo entonces, las
reivindicaciones más elevadas. Actualmente las fuerzas que, dentro
del movimiento obrero, plantean las reivindicaciones más avanzadas
son las organizaciones sindicales de los sectores técnicos más
avanzados a su vez. Se trata de un estrato de la clase obrera que, a
través del progreso tecnológico, ha reconquistado la noción de ser
productores de riquezas y de contribuir de una manera decisiva a la
producción de la riqueza social. Y esa conciencia tropieza con la
estructura capitalista y tecnocrática del tema en que se encuentra.
Se trata como decía Marcuse, de operar una racionalización del
proceso de producción pero esa racionalización entra en
contradicción con el carácter privado de los medios de producción
que no siempre supone la racionalización de los medios de
producción. Esas reivindicaciones avanzadas tienen así siempre un
carácter de impugnación “política" de las estructuras
sociales. Son los estratos situados en el punto de desarrollo más
avanzado del capitalismo de organización los que pueden llegar a
impugnarlo. Sólo puede impugnarse aquello que uno puede conocer y
que uno puede combatir. El hecho de que una fracción de la clase
obrera sienta que dispone de armas fuertes, que puede asumir la
gestión de sus instrumentos de producción, le permite cobrar
conciencia de una posibilidad de reivindicaciones. Al tomar en cuenta
a las fuerzas que pueden asegurar a impugnación del sistema
neo-capitalista, no sólo hay que pensar en las que tienen más
interés en apariencia, objetivamente, por impugnar al régimen; hay
que pensar más bien en los sectores que se sienten capaces de
hacerlo más eficazmente: son ellos los que pueden tener la
"conciencia" de la acción y sentirla como una necesidad.
Los hombre que no sienten la posibilidad de cambiar las cosas las
aceptan pasivamente. Las fuerzas revolucionarias dentro del
movimiento obrero no han sido nunca los estratos más pobres de la
población, porque esos estratos han estado aplastados por la miseria
y sólo cuando, en una guerra, se les han dado las armas han podido
intentar la revolución: la revolución de los sectores más pobres
es la revolución de los soldados, porque .al obtener los fusiles han
obtenido una capacidad de acción.
HERBERT MARCUSE - Mi
amigo Gorz ha dicho que, como filósofo, me correspondía una pequeña
función en esta situación. Por eso me gustaría plantear la
cuestión en un nivel más abstracto y general. ¡Quiero plantear una
vez más de una manera "provocativa"!
¿Qué puede ofrecer el
socialismo a la población de los países avanzados? Sé muy bien que
hay miseria y pobreza pero supongo que el capitalismo organizado
puede resolver o al menos enfrentarse al problema y extender
gradualmente los beneficios de un nivel de vida más elevado a los
estratos de la población antes sub-privilegiados. ¿Cuáles son los
beneficios que puede aportar el socialismo en esa situación? La
satisfacción de las necesidades vitales y aún de las culturales
puede ser muy bien una tarea que puede resolverse dentro del marco
del capitalismo avanzado. ¿Cuál es la diferencia esencial entre el
socialismo y el capitalismo avanzado? Naturalmente, la libertad.
Según Marx, no es sólo la satisfacción de las necesidades lo que
constituye la "pre-condición" de una sociedad
verdaderamente socialista sino más bien la autonomía de las
necesidades. Los individuos mismos determinan cuáles son las
necesidades que hay que satisfacer y, como individuos autónomos,
desarrollan necesidades totalmente nuevas. ¿ Cómo evitar la
atracción del modelo monopolista? ¿Cómo dirigir al socialismo,
desde el principio, hacia la autonomía del individuo? La pregunta
fundamental es la siguiente: ¿Cuáles son las necesidades que deben
ser satisfechas después de la satisfacción de las necesidades
vitales? ¿Cuáles son las necesidades de una sociedad verdaderamente
libre? ¿Quién va a determinar la jerarquía de las necesidades? He
dicho que los individuos autónomos mismos. Pero los individuos
autónomos no existen al principio del socialismo. El socialismo
comienza con todas las marcas de las generaciones anteriores, del
capitalismo y la represión. Al principio, las necesidades son
siempre las mismas, vitales y culturales: las necesidades
capitalistas. Creo que al principio es inevitable un período de
coerción, de educación radical, para permitir el desarrollo del
socialismo hacia una sociedad verdaderamente libre y ese período de
educación es más esencial y más importante frente a las
realizaciones del capitalismo avanzado. ¿Cuáles son, pues, los
intereses y aun las personas que pueden dirigir un período de
educación hacia el objetivo de una sociedad verdaderamente libre?
Esta es la pregunta que quiero plantear a mis colegas.
SERGE MALLET -Me
gustaría estar seguro de haber entendido con claridad lo que usted
quiere decir. Porque me parece que está poniendo en duda el valor de
los movimientos que, por parciales que sean, tienden a manifestar: de
una manera autónoma tendencias contrarias a las que desarrolla la
sociedad capitalista. Por ejemplo, cuando los jóvenes rechazan los
alojamientos de esos enormes conjuntos construidos para que los
trabajadores duerman antes de irse a trabajar, están oponiéndose y
manifestando una exigencia autónoma de libertad que tiende a no
condicionar el alojamiento a las necesidades del trabajo. Y todo lo
que tiende a impugnar las estructuras tecno-burocráticas de la
empresa manifiesta una actitud autónoma. Creo que hay que coordinar
el conjunto de esos esfuerzos autónomos e integrarlos en un contexto
más amplio. Pienso que la toma de conciencia del socialismo consiste
precisamente en plantear ahora, en la sociedad capitalista tal como
existe, el conjunto de esos impulsos autónomos que son impugnaciones
del régimen capitalista.
HERBERT MARCUSE -¿Cuáles?
MALLET.-Pues ... pues
... Me refiero a todas las que conciernen a la organización de la
vida social, a la organización de la vida urbana ...
MARCUSE.-¿Qué "necesidades"
autónomas?
MALLET.-He citado
ejemplo: Pero todas las necesidades relativas a la vez al papel del
hombre en la producción. Por otra parte, desde el punto de vista del
modelo de consumo: que puedan escoger modelos de consumo distintos de
los que les impone la sociedad. Se está dando· un caso muy peculiar
por lo que se refiere a los "ídolos" de los jóvenes:
entre la juventud norteamericana, lo mismo que en Francia, son gente
como Bob Dylan, que precisamente impugnan las estructuras de la
sociedad en lo que tienen de fundamental, los que se han convertido
en ídolos de lo jóvenes. ¿No se trata de una actitud autónoma que
impugna el modelo de vida conformista norteamericano?
Usted dice que, al pasar
al socialismo, hay que atravesar por una fase coercitiva-educativa
durante la cual habrá de decidir soberanamente cuáles son las
necesidades y aspiraciones "autónomas" de la gente, ¿Quién
va a decidirlo? ¿Los patronos? ¿La clase dirigente'? ¿Los jefes
políticos? ¿El grupo dirigente del Partid'? ¡Ya conocemos eso!
MARCUSE.- ¡No necesariamente!
MALLET.-¡Ah! Entonces ¿quién va a
decidirlo? ¿Quién va a enseñar a la gente a tener otras
necesidades? ¿Quién va ti decidir cuáles son esas necesidades?
MARCUSE.-Los individuos
democráticamente controlados.
MALLET.-¿Controlados por quién? ¿Qué
es una fuerza coercitiva?... Le aseguro que me produce mucho miedo
...
MARCUSE.-Controlados por ellos mismos.
MALLET.-Por una parte,
usted pone en duda la posibilidad de tener, dentro del sistema
capitalista, tendencias autónomas que impugnan el modelo y, por
otra, nos construye usted, para después de instaurado el socialismo,
una especie de Kultur-Kampf, de lo que hasta ahora hemos
tenido ejemplos bastante funestos, Precisamente en la Unión
Soviética se produjo una desviación porque se decidió que había
que reeducar a la gente y pasarla por un tamiz. ¡Los resultados no
redundaron en la autonomía de la decisión de los productores!
MARCUSE.-Por la dictadura sobre la
población.
ANDRE GORZ.-Herbert
Marcuse dicho algo muy importante: que el capitalismo avanzado puede
esperar mejorar el nivel de vida de los estratos subprivilegiados
para hacer tolerable su situación. Pero hay etapas en que no puede
hacerlo y en que la reivindicación en torno al nivel de vida es
incompatible con el equilibrio en ese momento dado, de la sociedad
capitalista en cuestión. Prefiero no hablar en general sobre este
punto. Me referiré a que sucede actualmente en toda Europa
Occidental, donde nos encontramos en un periodo de equilibrio del
capitalismo que es incompatible con la satisfacción de las las
reivindicaciones, aun las estrictamente materiales y salariales que
presenta el proletariado. En varias ocasiones, el capitalismo europeo
ha sido puesto en crisis. simples reivindicaciones salariales
referentes al nivel de vida: fue el caso de Francia de 1955 a 1957,
cuando la presión obrera hizo subir los salarios hasta destruir el
equilibrio del capitalismo francés, Lo mismo ocurre actualmente en
Alemania donde, por la simple presión sindical, los salarios han
subido con tanta rapidez que la inflación, el alza de precios, ha
desequilibrado la economía alemana y ha provocado un déficit de la
balanza comercial y obligado al gobierno alemán a lo que llama una
política deflacionista. O sea que, a pesar del capitalismo de
organización, el movimiento obrero puede empujar contra la pared al
sistema capitalista, es decir, hasta el punto en que tiene que tiene
que someterse o reaccionar. Y lo grave es que hasta ahora la reacción
de la burguesía es más fuerte que la voluntad de contraofensiva del
movimiento obrero. Después haber empujado al capitalismo al borde de
de la crisis, el movimiento obrero no ha sido capaz de ofrecer una
solución alternativa que permita resolver la crisis a su favor, en
vez de hacerlo de una manera que supone una derrota para el
movimiento obrero. En toda Europa Occidental y también en el
continente americano se desarrolla, en la etapa actual -que en mi
opinión va a durar bastante- una ofensiva de la burguesía y del
Estado, contra la autonomía del movimiento obrero y en especial
contra la autonomía sindical. En esta fase, que en mi opinión puede
durar de diez a quince años, existe para el movimiento una
posibilidad real de elaborar una política alternativa que se impone
como una necesidad desde el punto de vista mismo de la reivindicación
puramente salarial. Es decir, que es posible actualmente para los
partidos obreros de Europa mostrar muy claramente a los trabajadores
que no pueden obtener ni siquiera un 5 por ciento de mejoramiento del
nivel de vida al año sin modificar radicalmente todo el proceso de
acumulación de la sociedad capitalista.
En cuanto a la autonomía
de las necesidades, lo más importante es efectivamente la cuestión
de las prioridades. Y yo creo que no puede solucionarse mediante la
dictadura platónica. Las necesidades profundas sólo pueden ser
determinadas por la ausencia de una centralización de la
reivindicación, es decir, mediante .la elaboración constante y la
discusión permanente entre los individuos, allí donde están
agrupados, acerca de los objetivos, las necesidades que quieren ver
satisfechas en tanto que forman grupos y que existen en común. Y
esas necesidades se refieren principalmente a la cultura auténtica,
ligada a la cultura del trabajo. En el periódico Le monde
apareció recientemente una Tribuna libre firmada por un
equipo de comunistas franceses que trabajan en el sector
nacionalizado y que subrayaban el hecho de que las necesidades más
urgentes y más importantes que había que plantear en ese· momento
eran las que llamaban las "necesidades inmateriales".
HERBERT MARCUSE.-Yo
sostengo que hay una sola necesidad que el capitalismo no puede
satisfacer jamas -ni el capitalismo organizado ni el capitalismo de
Estado- y es la necesidad de libertad individual, de autonomía
individual. Esa es la necesidad fundamental y es una necesidad
social. Sólo una sociedad basada en la libertad, en la autonomía
individual es una sociedad socialista. Pero ¿qué puede hacerse si
los hombres han sido educados y controlados de tal manera que
prefieren el bienestar material a la libertad? En ese caso, hay que
destruir primero la represión misma y ese no es un proceso muy
democrático. No he pensado en la dictadura de una burocracia ni
siquiera en la dictadura de los filósofos. Pero creo realmente que
puede educarse a cada individuo para que se convierta en filósofo.
La filosofía no es en ese caso un privilegio sino una necesidad
vital. Pienso en la dictadura de los individuos libremente asociados
contra las fuerzas represivas, aun en el seno del propio socialismo.
VICTOR FLORES OLEA.-No
necesito subrayar la importancia extrema de este ciclo de
conferencias que ha tenido lugar en la Escuela de Ciencias Políticas
y Sociales. Tanto las conferencias como la Mesa Redonda han versado
sobre los problemas más importantes de la sociedad actual.
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1968,
Marcuse,
Mayo 68
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